Crónica escrita por Carlos Miguel Fernández Recio (Planetatoro.com)
Se despide Juan Martín Recio, banderillero con mayúsculas, ¡y que pocos de esos quedan! ...perteneciente a una generación de toreros, que vivían la profesión las 24 horas del día. No conozco los detalles de la historia de Martín Recio ni me parecen fundamentales para juntar estas líneas.
Sin embargo, si que he tenido la fortuna de verle en innumerables ocasiones en los ruedos. Un hombre tímido, reservado y profesional. Siempre he tenido la impresión de que es uno de esos banderilleros que da tranquilidad a su matador.
En ocasiones, y viendo las trágalas que algunos toreros pasan por esos ruedos de Dios, por culpa de la ineficacia de algunas cuadrillas, da la impresión de que a los matador les da igual quien les pueda salvar la vida, en un momento dado. Y digo esto porque ... hay banderilleros y banderilleros, como en todo, claro.
Aun cuando la exposición al riesgo es menor en el caso de un banderillero, tampoco se trata de vestirse de torero y pasar la tarde. Un banderillero debe ser un profesional capacitado para asistir a su matador en cuantas situaciones éste se encuentre. Y da mucha angustia ver cómo algunos se descomponen al menor contratiempo, provocando que sus matadores pierdan en ocasiones los papeles o se sugestionen con la situación.
Esto suelo ocurrir sobre todo en festejos menores. Basta con que uno se de una vuelta por las innumerables ferias de novilladas que se celebran. Ahí se ve de todo. Algunas de estas novilladas son autenticas corridas de toros y, frecuentemente, los chavales se ven envueltos en situaciones de autenticas tragedias.
Pero también sé de muy buena tinta de casos en los que, matadores de toros mareados por los comentarios de su cuadrilla con respecto al resultado del sorteo o las condiciones de algunos toros, han entrado en un estado de ansiedad que les ha incapacitado para desenvolverse posteriormente en el ruego. Si, a veces les meten la jindama en el cuerpo.
En esos momentos, es donde la cuadrilla es importante: los capotazos justos, los palos rapiditos, todo el mundo en su sitio, y sin descomponerse ... ¡casi ná!
Tampoco soy de los que piensa que para ser banderillero hay que se matador de toros, no. Ahora bien, lo que si se debe conocer es el oficio ¡Que conste que hay muy buenos banderilleros salidos de escuelas taurinas!
Todo esto a propósito de la retirada de Martín Recio, banderillero con aroma de torero. Si sólo hay que verlos andar por la plaza y dialogar con su matador. Nada de gritos asomados a la tronera, nada de aspavientos, nada de protagonismo... todo en su sitio. ¡casi ná!